DEVALUEMOS TODOS, PARA IR CAMINO DE LA PROSPERIDAD…








Ante una situación de recesión, los distintos países buscan vías para favorecer el crecimiento económico. Las políticas expansivas de gasto público presentan el obstáculo de que normalmente provocan aumentos del déficit y es necesario que los aumentos de deuda pública subsiguientes sean suscritos por los inversores, lo cual, según el nivel de deuda pública del que se parte, no siempre es fácil. Se puede expandir la oferta monetaria, pero ello puede acabar repercutiendo en aumentos de la tasa de inflación y, como los bancos centrales utilizan el sistema financiero como vía indirecta para que esta política acabe activando el crecimiento y el empleo, muchas veces la acción se pierde en el camino ya que los agentes económicos acaban prefiriendo mantener la mayor cantidad de dinero posible en forma líquida o de depósitos bancarios, antes que gastarla (es la situación que Keynes denominó “trampa de la liquidez” y es, en gran medida, lo que está sucediendo actualmente, ya que, a pesar de los bajos tipos de interés y las sucesivas medidas para incrementar la cantidad de dinero en circulación, sus efectos sobre el PIB son, más bien, magros). Por todo ello, un medio para estimular la economía es la depreciación de la moneda. Ello provoca que se abaraten las exportaciones y se encarezcan las importaciones, con consecuencias lógicas: se vende más y se compra menos en el exterior. Con ello se mejora el saldo de la balanza comercial y se logra reactivar el PIB (es lo que se conoce con el nombre de "devaluación competitiva").


Aunque la existencia de una moneda única en la Eurozona puede complicar todo este razonamiento, en lo esencial se mantiene, sólo que las instancias institucionales y su capacidad para ser presionadas e influenciadas varían significativamente.

El problema de, lo que parece, un sencillo expediente de política económica, que puede ser implantando con facilidad es que, obviamente, es imposible que todas las monedas se deprecien simultáneamente: alguna se tiene que apreciar. Que no haya ninguna moneda a nivel mundial que asuma el papel de apreciarse frente a las demás y de actuar como una moneda de referencia  clara es un problema que ya comentamos en una entrada anterior. Su ausencia ha provocado que el esfuerzo generalizado por depreciar la moneda propia de cada país haya sido un factor adicional de recalentamiento de las economías, haya realimentado la burbuja inmobiliario-financiera y haya devenido, finalmente, inútil… Si hubiera habido una moneda de referencia clara, que se hubiera comportado como tal, se hubiera constituido en un ancla para la expansión monetaria global y hubiera sido un factor de estabilidad a nivel internacional.

Si empezamos con el euro, ya nació con el afán de Alemania para evitar la continua apreciación del marco, lo cual perjudicaba a su sector exportador. Al unirse a países con saldos negativos en sus balanzas por cuenta corriente, estos compensaban el saldo positivo de la balanza por cuenta corriente alemana y el efecto neutralizador final ayudaba a que el euro se mantuviera estable.


Podemos ver el saldo de la balanza de bienes y servicios de Alemania y de un grupo de países para ver ese comportamiento claramente dual:




(Pulse sobre la imagen si quiere verla ampliada)  

Fuente: EUROSTAT





Y, efectivamente, el euro ha tendido a no apreciarse frente a la divisa norteamericana. A pesar de que el período 2005-2008 sí se revalorizó claramente, desde entonces se ha mantenido en una especie de “sube y baja” y, a día de hoy, tiene un valor similar al existente a finales de 2008:



Fuente: www.google.es/finance



Recientemente, en Suiza han tomado la decisión de intervenir en los mercados de cambios para que su moneda (el franco suizo) dejara de revalorizarse y no bajara de 1,20 francos suizos por euro (http://elpais.com/diario/2011/09/07/economia/1315346401_850215.html). En los gráficos, se aprecia claramente el efecto de la medida desde septiembre de 2011 hasta la actualidad:



Fuente: www.google.es/finance





Respecto al yuan, ya comentamos en su momento que la meta del gobierno chino ha sido la de mantenerlo artificialmente depreciado para no castigar al superávit de su saldo exterior. Si su comportamiento hubiera debido ser de continua apreciación, podemos observar que, durante largos períodos de tiempo, se ha mantenido estable debido a la intervención gubernamental en los mercados de cambios:





Fuente: www.google.es/finance





De hecho, este precio artificial del yuan es una de las causas que han sido argumentadas como uno de los detonantes de la crisis actual. La revalorización de la divisa china hubiera tenido que reducir el superávit comercial de aquel país: se habrían reducido sus exportaciones y aumentando sus importaciones. Con ello, se habría reducido el déficit por cuenta corriente de Estados Unidos y de otros países occidentales y, en consecuencia, el ritmo de endeudamiento de estas economías hubiera sido menor... Al no haber seguido el precio del yuan la lógica del mercado, las importaciones de China del exterior no aumentaron y habría habido un “exceso de ahorro” en dicho país asiático...


Ahora, debido a su vez al “calentamiento” que esta política ha provocado en la propia China, y el posible estallido de la burbuja inmobiliario-financiera allí formada, ya no es posible seguir el camino correcto en dicho país, ya que la posibilidad de una gran recesión es claramente visible. Lo único que se ha conseguido es una descomunal acumulación de desequilibrios que, ahora, son de difícil corrección.


La única moneda que sí ha manifestado un proceso de revalorización claro ha sido el yen japonés:



Fuente: www.google.es/finance



Sin embargo, este hecho no tiene en la economía internacional el impacto que podría tener debido a que la economía japonesa se encuentra en pleno proceso de reducción del endeudamiento con el fin de liquidar su propia burbuja inmobiliario-financiera, que explotó a principios de los años 90 del pasado siglo. Por ello, el efecto arrastre que podría generar un hipotético aumento de las importaciones japonesas no tiene lugar, ya que los agentes económicos prefieren cancelar deudas antes que aumentar su gasto.


En resumen, observamos que las circunstancias monetarias en que nos movemos desde la inconvertibilidad del dólar en oro, decidida en 1971 (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/10/rio-arriba-o-cual-es-el-origen-de.html), es un factor adicional no sólo de inestabilidad sino de entorpecimiento en la restauración de los equilibrios básicos a nivel mundial. Las alternativas, como ya vimos (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/05/la-situacion-de-la-economia-de-eeuu-y-4.html), se vislumbran confusas...



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