El pasado 29 de julio, el
vicepresidente del Gobierno alemán, y Ministro de Economía, Philipp Rössler,
declaraba que a su país “no le asustaba una salida de Grecia de la Eurozona” (http://www.elmundo.es/elmundo/2012/07/28/economia/1343494722.html).
Que, a estas alturas, después de dos rescates, múltiples ajustes, graves
tensiones sociales y un severo deterioro del sistema político griego, el
desenlace posible pueda ser el que, desde hace año y medio, era inevitable
desde el punto de vista de la lógica económica, resulta simplemente grotesco si
no fuera por el daño causado y los quebrantos producidos.
Para reflexionar sobre la
cuestión y llegar a entenderla, resulta imprescindible, en mi opinión, tener en
consideración unas palabras que pronunció el pasado 2 de junio, en la reunión
anual del Círculo de Economía, en Sitges, el exministro alemán de Asuntos
Exteriores, Joschka Fischer (http://www.elmundo.es/elmundo/2012/06/02/espana/1338629623.html).
Después de defender la continuidad de España y Grecia en el euro, declaró: “¿Qué
queremos ahora?¿Que Grecia se vaya con Rusia o con otros países?¿Es que nos
creemos que no tendrá coste para Europa que Grecia abandone el euro? La
desintegración de la unión monetaria es una pésima idea.”
Observemos algo llamativo: por
encima de consideraciones económicas, que eran las que, aparentemente primaron para
que un país fuera admitido en la eurozona (cifras de déficit público, deuda
pública, inflación y tipos de interés), las motivaciones políticas (no
manifestadas explícitamente a la opinión pública) tuvieron un peso quizás mucho
más importante. Sólo así se explica que Grecia, con datos manipulados, entrara a
formar parte de la zona euro y no se comprobara en profundidad la fiabilidad de
los datos estadísticos. Las consideraciones geopolíticas (que ya analizamos en
su momento: http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/12/situacion-de-la-union-europea-una.html)
impusieron su dominio y obligaron a la admisión para que la Unión Europea
ejerciera su influencia en una zona clave.
Pero, al final, las tendencias
económicas de fondo se acaban imponiendo y no cabe la menor duda de que el
mantenimiento del euro en Grecia ya es insostenible. Sólo el retorno de la
dracma y el inicio de un proceso de devaluación, que restaure la competitividad
de la economía helena y le permita la recuperación vía crecimiento de las
exportaciones y la obtención de ingresos para poder ir devolviendo la deuda
acumulada, se presenta como la alternativa viable.
Las lecciones a extraer de todo
esto son dos:
1.- Si, para alcanzar unos
determinados fines políticos, se intenta subvertir la lógica económica, la
política acabará perjudicando la economía y, en última instancia, ello impedirá
el cumplimiento de los fines políticos propuestos: es decir, al final, no habrá
ni éxitos políticos ni éxitos económicos.
2.- En economía, la manipulación
de las variables monetarias y financieras para solucionar los problemas de la
economía real tiene un límite. Se ha intentado utilizar el euro para resolver
los problemas de indisciplina fiscal y ausencia de equilibrios básicos de las
economías más débiles y ello ha fracasado. No se puede intentar solventar
determinados desajustes con políticas que sólo sirven para acabar con problemas
de otra índole.
Al final, cuando nada funciona bien,
el bloqueo de los políticos, su falta de imaginación y su afán por salvar la
propia responsabilidad lo complican todo. Y siempre hay soluciones socorridas.
Por ejemplo: el turismo. ¿Que no se lo creen? Pues aquí les enlazo la noticia con
los planes del Gobierno heleno para relanzar la actividad turística, para que
se lo crean: http://www.icex.es/icex/cda/controller/pageICEX/0,6558,5518394_5519005_6366453_4604572_465,00.html?utm_source=Boletin+Servicios&utm_medium=Email&utm_term=26+julio+2012&utm_content=Titulo+noticia&utm_campaign=Portada.
Es decir, se vuelve a ideas de los 60, como si nada hubiera pasado desde
entonces:
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