LA MONEDA DEL BILLÓN DE DÓLARES









Si esta entrada, dedicada a la moneda del billón de dólares, la hubiera publicado el pasado 28 de diciembre, nadie la hubiera tomado en serio. Sin embargo, es absolutamente verídica, como sabrán quienes siguen con asiduidad las noticias económicas: http://economia.elpais.com/economia/2013/01/08/actualidad/1357673847_626363.html. La famosa moneda de platino es vista como una posible solución al "precipicio fiscal" estadounidense, tema del que ya hemos hablado en entradas anteriores (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2012/11/al-borde-del-precipicio.html y http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2013/01/de-momento-no-caimos-por-el-precipicio.html).



Para entender el mecanismo por el que es factible la posibilidad indicada, hay que tener en cuenta las diferencias de funciones que tienen los bancos centrales y los tesoros nacionales en la gestión de la  cantidad de dinero físico existente en una economía. Así, los bancos centrales emiten y ponen en circulación los billetes. En cambio, las monedas son emitidas por el Tesoro y son puestas en circulación por los bancos centrales. Estos, abonan en la cuenta corriente de la hacienda pública el valor de las monedas entregadas y las van poniendo en circulación conforme las mismas son solicitadas por, básicamente, las entidades financieras.

En los tiempos actuales, las emisiones de monedas ha tenido un papel muy limitado a la hora de afectar a la cantidad de dinero físico en circulación, por lo que no se ha planteado ninguna restricción significativa a la hora de que las mismas tuvieran lugar. Y es aquí donde el economista y Premio Nobel Paul Krugman ha propuesto una curiosa alternativa para eludir la necesaria aprobación por parte del Congreso estadounidense de un nuevo "techo de deuda", de forma que, si la misma, finalmente, no se produjera al persistir el desacuerdo entre demócratas y republicanos, no serían necesarios todos los recortes de gastos y subidas de impuestos que estaban previstos para atajar el déficit público y frenar, en consecuencia, el aumento de la deuda pública.

La alternativa sería que el Tesoro de los Estados Unidos emitiera una moneda de platino por un valor de 1 billón de dólares. Dicha moneda, entonces, sería depositada en la Reserva Federal (que es el banco central de Estados Unidos). El Tesoro recibiría la citada cantidad y, así, podría sufragar sus gastos sin necesidad de recurrir a nuevas emisiones de deuda pública. El "techo de deuda" actual sería respetado y el Gobierno norteamericano tendría liquidez sin necesidad de subidas fiscales ni recortes presupuestarios. Así de simple y así de sencillo.

¿Cuáles son los problemas existentes para adoptar una solución de estas características? Fundamentalmente, los podemos agrupar en dos categorías distintas:

- En primer lugar, está la cuestión formal del cumplimiento del espíritu de la ley.- ¿Se está forzando la interpretación de lo que la ley dice para permitir una acción que es contraria al espíritu de la norma? Porque resulta evidente que la moneda que sería depositada en la Reserva Federal no va a poder ser puesta en circulación jamás. Es decir, la operación sería, en realidad, una mera captación por parte del Gobierno de fondos procedentes de la Reserva Federal, saltándose los mecanismos establecidos y pervirtiendo el objetivo de una de las funciones del Gobierno. Y lo grave sería que crearía un precedente para el futuro, ya que el mismo truco podría emplearse en el futuro convirtiendo la disposición legal sobre el "techo de deuda" en papel mojado. Aunque se puede defender que, ante una cuestión de emergencia, hay que buscar soluciones, no se puede olvidar que la seguridad jurídica es, en sí misma, un bien económico y su pérdida acarrea una serie de costes que hay que considerar para evaluar la pertinencia de la medida.

- En segundo lugar, aunque pudiera ser legal la operación, la cuestión sería si la misma abriría el camino a una subida de la inflación.- El mecanismo básico de generación de inflación ha sido lo que se denomina "envilecimiento de la moneda", lo cual, cuando las monedas seguían un patrón metálico, consistía en reducir la cantidad de metal precioso que la moneda contenía y, en los tiempos actuales, cuando la cantidad de moneda se ha desligado del mencionado patrón, en el aumento de la cantidad de dinero en circulación por encima de lo que el incremento de transacciones exigía. A su vez, una de las vías más frecuentes para que tal aumento tenga lugar es el de la monetización del déficit público. Cuando existe un desfase entre ingresos y gastos públicos, los gobiernos, en numerosas ocasiones, en vez de aumentar ingresos o recortar gastos, han emitido deuda pública y, sin pasar por los mercados, han ido directamente al banco central para que el mismo adquiriera los títulos. Este tipo de episodios siempre ha estado vinculado a las alzas incontroladas de precios y, por ello, se ha intentado impedir por vía legal que el mismo sea posible (precisamente por este motivo, en la Unión Europea, cuando el Tratado de Maastricht creó el Banco Central Europeo, se estableció la prohibición de monetizar déficits públicos). La emisión de la famosa moneda de platino sería, en última instancia, una operación de monetización del déficit y, por ello, existen fundados temores de que, al problema del estancamiento, podamos añadir un problema de inflación, complicando aún más la salida de la crisis.

Por todo ello, esta opción, aunque resolvería la cuestión del "fiscal cliff" de un plumazo, genera importantes incertidumbres que ahondarían en el problema del que hemos hablado más de una vez en este blog: si la moneda que sirve de referencia mundial, pierde su condición de moneda-refugio (y con medidas como la de la moneda del billón de dólares, ello empezaría a no ser descartable), la inestabilidad que se crearía proporcionaría menos ventajas que inconvenientes. Es decir, sería recomendable que las soluciones vinieran de planteamientos un poco más ortodoxos (las declaraciones de Barack Obama de hoy apuntan en ese sentido: http://www.elmundo.es/america/2013/01/14/estados_unidos/1358185784.html).

De todas formas, todo esto de la moneda de platino no es ninguna novedad. Ya hubo quien planteó una solución, en cierto modo, parecida hace poco más de cuatro años. Fue, concretamente, en septiembre de 2008: http://www.elmundo.es/elmundo/2008/09/25/rockandblog/1222308418.html. ¿Tendrá noticia Paul Krugman de esta coincidencia de planteamientos?




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