ISLANDIA: MITO Y REALIDAD (I)








En los últimos años, Islandia se ha dibujado en el imaginario colectivo como una alternativa fructífera frente a las políticas adoptadas por otros países europeos para luchar contra la crisis económica. Afectada por el colapso de sus tres principales entidades bancarias (Landsbanki, Glitnir y Kaupthing), algunas de las medidas aprobadas parecían guardar distancia frente a las recomendadas por Bruselas para los países de la Unión Europea y, por ello, ha sido glorificada en los medios (http://www.20minutos.es/noticia/1283761/0/islandia/crisis/crecimiento/) y ha visto cómo determinados eventos se celebraban en la isla en homenaje a su combativa población (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/02/16/cultura/1361000085.html). Por otro lado, no faltan voces que apuntan a la fragilidad de la recuperación que ha experimentado el país (http://www.intereconomia.com/noticias-negocios/claves/islandia-amenazada-por-una-nueva-crisis-20121106).

Como suele ser habitual, cuando se analizan fríamente los datos se comprueba que la realidad tiene perfiles y matices que escapan a una interpretación simplista, por lo que hay que profundizar en las cifras y en las circunstancias para llegar a una conclusión mínimamente precisa.




Posiblemente, lo primero que hay que hacer es comprobar cómo han evolucionado las principales variables económicas en los últimos 20 años y, entonces, veremos que el caso islandés, más que ser un caso excepcional, presenta claros paralelismos con los comportamientos del resto de economías occidentales en el mismo período y que ya explicamos en entradas anteriores del blog (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/04/que-me-pasa-doctor.htmlhttp://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/09/rio-arriba-o-cual-es-el-origen-de.html y http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/10/rio-arriba-o-cual-es-el-origen-de.html). Lo que sí es verdad es que los problemas de fondo se presentaron de forma mucho más aguda en el caso de la isla situada al borde del Círculo Polar Ártico.

Si empezamos por la variable más obvia, que es la tasa de crecimiento económico, se aprecia con claridad que en torno a 1995 y en torno a 2002 se produjeron dos momentos de estancamiento económico, relacionados con las recesiones que, en las mismas fechas, tuvieron lugar en Estados Unidos y Europa. Tras la primera de ellos, la economía islandesa creció en los años siguientes a un ritmo superior al 4% (con un pico en 1998, donde el crecimiento fue del 6,3%). Tras el parón de 2002, dicho ritmo se intensificó, alcanzando una tasa del 7,8% en 2004 y no bajando del 6% en todo el cuatrienio 2004-2007 (salvo en el año 2006, que fue del 4,7%). Es decir, aparentemente, la reacción a la recesión de principios de la década fue altamente positiva, logrando ritmos de crecimiento superiores a los experimentados durante la larga expansión de los 90. En las entradas antes enlazadas, la economía estadounidense, por ejemplo, aunque se recuperó de dicha crisis, no alcanzó tasas de crecimiento superiores a la de la década anterior. Es decir, parecía que, en términos comparativos, la economía islandesa mostraba más dinamismo que otras economías desarrolladas. Si vemos la evolución del ciclo en los años siguientes, comprobaremos que el desplome fue espectacular, con una caída del PIB superior al 6% en el año 2009. Posteriormente, analizaremos las causas de este brutal giro. De momento, sigamos analizando qué sucedió durante la etapa de expansión.





(P): Previsión

Fuente: EUROSTAT


Si nos centramos ahora en la evolución de la tasa de desempleo, también se aprecia que estuvo durante toda la etapa de expansión por debajo del 5% y su nivel medio a lo largo de todo el período estuvo ligeramente por debajo del 3%. También en este aspecto, Islandia parecía ser un ejemplo a seguir.



Fuente: Statistics Iceland


Lo mismo cabe decir en relación a la inflación. Si el IPC llegó a subir un 25% en términos interanuales a finales de los 80, desde entonces experimentó una veloz desaceleración, de forma que en noviembre de 1992 la tasa de variación sólo fue del 0,9%. No obstante, sí que llama la atención las frecuentes tensiones inflacionistas que afloraron en la economía islandesa durante los siguientes años. Así, desde principios de 1998, la inflación empezó a escalar y llegó a alcanzar un valor del 9,4% en enero de 2002. De nuevo, se consiguió que la misma disminuyera con rapidez y, así, en enero de 2003, la misma fue sólo del 1,4%. Sin embargo, casi inmediatamente, tuvo lugar otra lenta escalada que llevó al IPC a un crecimiento interanual del 8,4% en julio de 2006. El posterior repunte, que llevó la tasa de inflación al 18,6% en enero de 2009, ya está relacionado con el estallido de la crisis y lo explicaremos en una entrada posterior. Lo importante en este punto es constatar que hubo tensiones alcistas en el índice de precios y ello era un signo de rigideces en la estructura económica y de problemas de ampliación en la capacidad productiva. Como ya comentamos, en una de las entradas enlazadas, en relación a la situación de las economías occidentales, la cuestión de fondo que afectaba a las mismas era el menor crecimiento de la productividad y, en función de ello, se puede llegar a comprender las políticas de apertura comercial y de establecimiento de un patrón fiduciario que implantaron. Islandia no es una excepción. Como el resto del mundo desarrollado, también se inclinó por desarrollar la economía financiera en detrimento de la economía real. Iremos viendo las consecuencias de esta estrategia.


(Pulse sobre la imagen si quiere ampliarla)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Statistics Iceland


Sin embargo, a pesar de que el IPC sí presentaba ciertos síntomas negativos, hay un elemento que es el que marca el carácter artificial del crecimiento islandés en el período 2004-2007. Como ya comentamos, si había un indicador claro y contundente que nos señalaba, sin lugar a la duda, si un determinado ritmo de crecimiento es sostenible o no a corto plazo es el del saldo de la balanza por cuenta corriente (http://www.eldedoeneldato.blogspot.com.es/#!http://eldedoeneldato.blogspot.com/2012/12/cual-es-el-espejito-de-blancanieves-de.html). Si a dicho saldo le sumamos el de la balanza por cuenta de capital, tendríamos la capacidad o necesidad de financiación de una economía, es decir, el dato que nos indica si esa economía necesita endeudarse o, por lo contrario, puede dar financiación a otras economías. Y el gráfico deja poco lugar al debate:



Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Central Bank of Iceland

En porcentaje del PIB, la necesidad de financiación de la economía islandesa en el período 2004-2008 alcanzó los siguientes valores: en 2004, 9,8%; en 2005, 16,2%; en 2006, 24,4%; en 2007, 16% y en 2008, 24,6%. Es fácilmente apreciable que su magnitud es enorme y, en consecuencia, la deuda externa también experimentó un colosal aumento. En el siguiente gráfico, pueden ver que la misma llegó a representar el 1012,7% del PIB en el año 2009. Es decir, Islandia debía al exterior diez veces lo que producía anualmente. Por lo tanto, aunque en el período 1996-2001 el crecimiento fue menor, el mismo fue relativamente más sano que el producido en el período 2004-2007. Como ya dijimos en la tercera entrada de este blog, a raíz del estallido de la burbuja puntocom se llevaron a cabo políticas expansivas (sobre todo, en el aspecto monetario) que dio lugar a un crecimiento básicamente artificial. La economía islandesa se vio arrastrada por los efectos de dichas políticas y se originó una burbuja crediticia que es la que está detrás de este desmedido crecimiento de la deuda externa.




Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Statistics Iceland y Central Bank of Iceland

En este aumento de la deuda externa islandesa, jugaron un papel esencial las entidades bancarias. Evidentemente, cada familia y cada empresa de Islandia, si hubiera decidido endeudarse con el exterior, no habrían podido hacerlo fácilmente. Por ello, el instrumento imprescindible para que se produjera el resultado descrito fue el endeudamiento con el exterior de los principales bancos islandeses. Los mismos captaban recursos de otras economías y, con ellos, concedían financiación a los agentes económicos de la isla. Sólo así se pudo llegar a la situación que llevó a Islandia al desastre.


En nuestra entrada del próximo jueves 4 de abril, continuaremos estudiando el caso islandés.



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