RECAPITULACIÓN SOBRE LA CRISIS ECONÓMICA INTERNACIONAL (I)








Desde hoy, vamos a publicar una serie de capítulos donde recapitularemos sobre todo lo que hemos escrito en relación a la actual situación económica. Ello nos permitirá hacer un resumen de nuestra visión de la crisis, de su evolución, de las medidas políticas diseñadas y de las soluciones que hemos propuesto. Empezaremos a tratar la dimensión internacional. Con posterioridad, haremos lo mismo a nivel de Unión Europea, España y, finalmente, a nivel de la problemática que, de todo ello, se deriva en la vida y funcionamiento de las empresas.

* * *

Cuando, en el blog, nos hemos remontado a las causas profundas que han dado lugar a la actual situación de crisis económica, hemos hecho referencia a dos aspectos claramente diferenciados:



1.- El primero de ellos fue la ralentización del crecimiento de la productividad. Es ese incremento de productividad el que determina el crecimiento a largo plazo del nivel de vida de una sociedad. Dicho crecimiento se ha reducido desde los años posteriores a la II Guerra Mundial a los tiempos actuales. En nuestra entrada del 28 de septiembre de 2011 (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/09/rio-arriba-o-cual-es-el-origen-de.html), expusimos una serie de datos que corroboraban esa tendencia. Así, Paul Krugman, en su libro Vendiendo prosperidad (Ariel, 1994) indicaba cómo, desde finales del siglo XIX hasta la II Guerra Mundial, la productividad aumentaba a una tasa del 1,8% anual, de modo que el nivel de vida se duplicaba, aproximadamente, cada 40 años. Desde 1945 a 1973, la productividad creció a un ritmo del 2,8% anual, de forma que los niveles de vida se duplicaban cada 25 años. Sin embargo, desde 1973, el crecimiento de la productividad se produjo a una tasa inferior al 1% anual. A ese ritmo, el nivel de vida no se duplicaría antes de que transcurrieran 80 años. En relación a la Unión Europea, un estudio de José Luis Raymond publicado en la obra colectiva Problemas económicos españoles en la década de los 90 (Galaxia Gutenberg, 1995) establecía que, en el período 1960-1975, la productividad aumentó un 3% anual; entre los años 1976 y 1985, la subida fue del 1,6% de media en cada ejercicio; finalmente, en el período 1986-1991, el crecimiento fue sólo del 1,1% al año. Uno de los principales factores que puede explicar este fenómeno es el menor grado de impacto sobre el sistema económico de las innovaciones tecnológicas que se han incorporado al aparato productivo, de forma que no se han producido cambios tan radicales en el campo de la fabricación, del transporte, la energía y las comunicaciones como los que tuvieron lugar con la finalización del último gran conflicto bélico mundial (introducción de la automatización en los procesos de producción, uso masivo del automóvil y del transporte aéreo, incorporación de los derivados del petróleo y de la electricidad como ejes básicos del sistema energético, generalización de la comunicación vía telefónica, aparición de la televisión…). Las innovaciones más importantes de las últimas décadas (informática y telefonía móvil) han supuesto un efecto de menores dimensiones en el aumento de la productividad.

2.- El segundo factor que hay que tener en cuenta es el fin de la convertibilidad automática del dólar en oro en 1971. Como ya explicamos en nuestra entrada del 12 de octubre de 2011 (http://eldedoeneldato.blogspot.com.es/2011/10/rio-arriba-o-cual-es-el-origen-de.html), como consecuencia del aumento de gasto público en Estados Unidos provocado por las medidas monetarias y fiscales expansivas de la administración Kennedy para poner fin a la recesión de finales de los años 40, el programa de “Great Society” del presidente Johnson y la guerra de Vietnam llevaron al déficit de la balanza de bienes y servicios de la economía estadounidense. Con la vinculación del dólar con el oro, la salida a la situación hubiera sido un ajuste realizado vía reducción de las reservas de metal precioso custodiadas por la Reserva Federal, con sus consiguientes efectos de reducción del PIB hasta que el equilibrio del sector exterior se hubiera restablecido. (Observemos que este comportamiento de la balanza comercial y de servicios de la economía norteamericana está relacionado con el menor crecimiento de la productividad antes descrito: ante sucesivos aumentos de la demanda agregada, la producción no lograba crecer al mismo ritmo, de forma que la consecuencia inevitable era una brecha en el sector exterior para cubrir el desfase). El presidente Nixon, en 1971, optó por romper la conexión oro-dólar, de forma que la divisa estadounidense dejaba de tener un respaldo metálico. Ello significó el fin del sistema de Bretton Woods, acabando con los tipos de cambio fijos y pasando a tener las monedas tipos de cambio flotantes sin que las mismas tuvieran un ancla que limitara, de algún modo, la cantidad de dinero en circulación.

La conjunción de ambas circunstancias está detrás del proceso inflacionista desatado a partir de 1973. Porque aunque su espoleta fue la subida de los precios del petróleo, dicha subida estuvo asociada a la fuerte presión que sobre la producción ejercía las medidas de impulso a la demanda que venían tanto desde el lado monetario como del fiscal (con el fuerte incremento de los déficits públicos). A raíz de ello (y tras un largo período de estanflación, es decir, de estancamiento económico y alza generalizada de precios), se impuso un nuevo modelo económico en que, frente a los rasgos keynesianos predominantes después de la II Guerra Mundial, se ponía énfasis en la reducción del papel del Estado en la economía, en un menor intervencionismo y en una mayor liberalización. En dicho proceso, cabe distinguir las siguientes etapas:

1ª.- 1973-1980.- En dichos años, los gobiernos tendieron a considerar que tanto la recesión como las elevadas alzas de precios eran circunstancias puramente coyunturales y adoptaron, en consecuencia, medidas que pretendían, simplemente, paliar los efectos negativos que se extendieron por todo el sistema económico. Se combinaron aumentos del déficit público y, en algunos casos, controles de precios y racionamiento de los combustibles para compensar el shock petrolífero pero las medidas fueron inútiles en la medida en que la crisis tenía una naturaleza estructural (como lo atestiguaba la caída del crecimiento de la productividad) que no se quería reconocer.

2ª.- 1980-1991.- Con la llegada al poder de Margaret Thatcher en el Reino Unido, de Ronald Reagan en Estados Unidos y el fracaso de las medidas intervencionistas y estatalistas en los dos primeros años de gobierno de François Mitterand en Francia, se dibujó el que podemos denominar “modelo neoliberal” en el que se combinaron las privatizaciones de empresas públicas, un mayor papel del mercado y un repliegue paralelo del poder gubernamental en la formación de las decisiones económicas, una disminución de la regulaciones existentes y una priorización en la lucha contra inflación en detrimento del combate contra el desempleo en cuanto a definición de objetivos de política económica. Al final, se consiguió contener las alzas descontroladas de precios, mejorar el estado de las finanzas públicas, recuperar la senda de crecimiento y, en consecuencia, reactivar la creación de empleo. Pero, si atendemos a las cifras de crecimiento de la productividad que antes hemos reflejado, esta variable no mejoró. Es decir, las economías occidentales se recuperaron no porque se resolviera el problema de fondo sino porque, en la medida en que no veían el problema de cómo resolverlo, optaron por mejorar la eficiencia del sistema, algo que, antes o después, iba a suponer un techo a la recuperación en el momento en que las medidas de mejora de la eficiencia agotaran sus efectos. Ese parón se produjo en 1991, cuando la economía estadounidense entró en recesión.

3ª- 1991-2000.- A raíz de la recesión de 1991 y la llegada del presidente Clinton al poder en Estados Unidos, el modelo se ajustó en dos elementos importantes y se benefició de una circunstancia inesperada que crearon un círculo virtuoso. Los dos elementos importantes de política económica fueron la intensificación de la apertura comercial a nivel mundial (lo que se conoció con el nombre de “globalización”) y la decidida relajación de la política monetaria con las sucesivas reducciones de tipos de interés. Ambos fenómenos estaban íntimamente asociados. En un contexto de menor crecimiento de la productividad, la expansión monetaria sostenida que empezó a producirse en este período hubiera llevado, antes o después, a un nuevo despegue de la inflación. Pero con la eliminación de las trabas a las transacciones económicas internacionales, muchos de los procesos de producción fueron llevados a países en vías de desarrollo con menores costes laborales (China es el caso paradigmático), de modo que la reducción de los precios de fabricación atemperaron cualquier tendencia inflacionista que estuviera latente. Aún mejor, la circunstancia inesperada a la que antes aludíamos vino igualmente en auxilio del control de  precios: la expansión de la informática, la introducción de internet y el desarrollo de la telefonía móvil permitieron incrementos de la productividad que también apagaron el fuego inflacionista que se estaba gestando. Por supuesto, el problema iba a surgir cuando ese desarrollo tecnológico se paralizara y ello ocurrió con el estallido de la llamada “burbuja puntocom”. Las expectativas de aumento de negocio de las empresas tecnológicas se demostraron irreales y ello condujo al desplome de la cotización de sus acciones en bolsa. Una nueva recesión se produjo con el cambio de milenio y, nuevamente, se dio un giro de tuerca para aliviar la situación pero, esta vez, los efectos iban a ser diferentes.

4ª.- 2000-2008.- Con la llegada de George W. Bush a la presidencia de los Estados Unidos y los atentados del 11-S, se combinaron una política monetaria más expansiva, un mayor déficit público (que vino tanto del lado de los aumentos de gasto militar en las guerras de Irak y Afganistán como de las reducciones de impuestos, aprobadas, en parte, para no generar descontento social como consecuencia de los conflictos bélicos iniciados) y una continuidad en el proceso globalizador. Nuevamente, dichas políticas no generaron subidas de inflación por las importaciones de bienes industriales desde los países en vías de desarrollo. Pero, en esta ocasión, no había incrementos de productividad que absorbiesen el impacto de las inyecciones monetarias, de modo que las mismas acabaron provocando una burbuja en el mercado inmobiliario, un crecimiento desmedido de los balances bancarios y un fuerte aumento del endeudamiento neto de las economías occidentales. Cuando dicho endeudamiento llegó a un techo insostenible en el año 2007, se frenaron y empezaron a darse de vuelta los precios en el mercado inmobiliario, se paralizó el crecimiento económico y, con ello, muchas operaciones crediticias de las entidades financieras empezaron a resultar fallidas, con el agravante de que las garantías aportadas habían entrado en un grave proceso de desvalorización.

Y en ese punto es en el que estamos desde 2007 y desde el que casi no hemos avanzado. Se han intentado medidas compensatorias de la recesión con nuevas inyecciones monetarias y políticas fiscales expansivas y las economías no se han recuperado. Cuando los mercados se han mostrado reacios a absorber nuevas emisiones de deuda pública, se han aplicado políticas de austeridad y ello sólo ha servido para agudizar la recesión. Sí es cierto que el saneamiento del sistema financiero que se llevó a cabo en Estados Unidos en el período 2008-2009 sirvió para que el sector en el que radicaba el núcleo de la crisis dejara de dar problemas y, de hecho, la economía estadounidense es una de las que mejores signos más favorables está evolucionando en su trayectoria. Pero no es menos verdad que el sistema financiero británico también fue saneado y la economía del país ha vuelto a entrar en recesión nuevamente. En relación a Alemania, ya hablaremos más detenidamente de su modelo cuando hablemos de la Unión Europea.

En resumen, existe un problema de volumen de deuda excesiva, que repercute en la capacidad de devolución de la misma y que, en consecuencia, genera problemas de solvencia en el sistema financiero, lo cual ha estrangulado al crédito. Y se ha llegado a ese elevado volumen de deuda porque se han aplicado políticas monetarias laxas con el fin de estimular a economías que no contaban con el impulso que podían proporcionar las ganancias de productividad del pasado. En nuestra próxima entrada, analizaremos cuáles son las perspectivas futuras.

 


Comentarios